La actividad física se ha convertido en una herramienta, tan útil como desconocida, en el tratamiento de las llamadas enfermedades de la civilización.
El sedentarismo es una novedad en nuestro resultado evolutivo. Nunca, en toda su historia, el hombre se ha ganado su sustento sentado en un despacho. Nuestra especie ha llevado millones de años evolucionando hasta el homo sapiens sapiens en un enfrentamiento constante con un medio adverso en el que siempre le resultaba difícil asegurar su sustento y defenderse de los depredadores. La adaptación a este brusco cambio (brusquedad extrema en términos evolutivos), aún no se ha hecho y, probablemente, nunca se haga. El genoma humano ha sido programado, a través de la evolución, para la actividad física, por tanto, la inactividad no afecta a un órgano o sistema en particular, sino a todo nuestro organismo (Booth FW et al., 2002)
Los cambios en el fenotipo asociados a la inactividad física incluyen: menos fuerza y tamaño muscular, menor capacidad del músculo esquelético para oxidar carbohidratos y grasas, aumento de la resistencia a la insulina, menor capacidad para mantener la homeostasis celular para una carga de trabajo determinada, menor vasodilatación periférica y menor rendimiento cardíaco y sarcopenia (Holloszy JO and Booth FW, 1976; Heath GW et al. 1983).
A nivel epidemiológico está comprobada una relación epidemiológica entre la prevalencia de distintas patologías (22% de incremento de cáncer de mama; 43% de enfermedad coronaria; 49% de litiasis biliar; 85% de diabetes tipo II; 85% de cáncer de cólon y 117% de síndrome coronario agudo) en personas que realizaban menos de 2,5 horas semanales de actividad física comparadas con las que hacían una mayor actividad física (Hu FB et al. 1999, 2000, 2001; Leitzmann C et al. 2003; Manson JE et al. 1999; Rockhill B et al., 2001).
1. Booth FW, Chakravarthy MV, Spangenburg EE. Exercise and gene expression: physiological regulation of the human genome through physical activity. Physiol. 2002;543(Pt 2):399-411
2. Holloszy, JO, and Booth FW. Biochemical adaptations to endurance exercise in muscle. Annu Rev Physiol. 1976;38: 273-291
3. Heath, GW, Gavin JR, III, Hinderliter JM, Hagberg JM, Bloomfield SA, and Holloszy JO. Effects of exercise and lack of exercise on glucose tolerance and insulin sensitivity. J Appl Physiol. 1983;55: 512-517.
4. Hu, FB, Manson JE, Stampfer MJ, Colditz G, Liu S, Solomon CG, and Willett WC. Diet, lifestyle, and the risk of type 2 diabetes mellitus in women. N Engl J Med. 2001;345: 790-797.
5. Leitzmann C. Nutrition ecology: origin and definition. Forum Nutr. 2003;56:220-221
6. Manson, JE, Hu FB, Rich-Edwards JW, Colditz GA, Stampfer MJ, Willett WC, Speizer FE, and Hennekens CH. A prospective study of walking as compared with vigorous exercise in the prevention of coronary heart disease in women. N Engl J Med. 1999; 341: 650-658.
7. Rockhill B, Willett WC, Manson JE, Leitzmann MF, Stampfer MJ, Hunter DJ, Colditz GA. Physical activity and mortality: a prospective study among women. Am J Public Health. 2001;91(4):578-583.
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